El balance del anterior gobierno en lo que respecta a la gestión por la niñez es de gran utilidad para que el actual mandatario y su equipo identifique las oportunidades de mejora que la población infantil precisa. Y como se trata de avanzar es clave descubrir cuándo el cambio realmente es sano, trayendo a colación lo que no debería volver a suceder.
Este ejercicio ha sido facilitado en el análisis hecho por Niñez Ya que revisó lo consignado en el Plan de Desarrollo del expresidente Iván Duque y lo que se alcanzó tras cuatro años de gobierno. Por ejemplo, aspectos como ambiente sano, juego, participación o afectación por el conflicto en la niñez, se mencionaron en el plan pero sin metas ni presupuestos, luego no es posible dimensionar el esfuerzo ni saber si hubo avances.
El aprendizaje es claro. Si la niñez es prioridad para el presidente Gustavo Petro, la única forma de asegurar que evolucione la atención a sus necesidades más apremiantes es incluyéndolas en su Plan de Desarrollo de forma tangible en estrategias, programas y proyectos, con metas e indicadores que posteriormente darán cuenta de lo que se logre o no en su periodo.
Volviendo al balance y a su análisis, aspectos como la salud y la educación que parecieron mostrar avances en las metas de cobertura, tienen una realidad menos optimista. En relación a la salud de niños y niñas, no es tan claro el avance en el acceso a los controles prenatales, al seguimiento nutricional o a las vacunas y justo estos indicadores presentan un preocupante deterioro o un desnivel entre la gestión y los resultados.
Por supuesto una pandemia nos pasó por encima y esto tampoco puede desconocerse. Como tampoco puede ignorarse que otros indicadores afectados se han reactivado para recuperar los niveles pre Covid-19, menos justamente los que dan cuenta del estado de la niñez colombiana.
Pero faltaron más aspectos para analizar por una triste razón: el acceso a la información para hacer seguimiento al Plan Nacional de Desarrollo. Sinergia, el sistema a cargo del Departamento Nacional de Planeación diseñado para registrar y dar a conocer los avances de los planes, aterra de tanto vacío: hasta dos y tres años sin información sobre lo que debe hacerse por la vida y el bienestar de los niños y las niñas. ¿Qué ha pasado? ¿Las entidades a cargo no reportan sus avances? ¿Es el DNP que no los publica? ¿En qué momento la rendición de cuentas y el derecho a la información salieron del mandato público?
Las organizaciones sociales que trabajamos por la niñez, las veedurías y en general la ciudadanía, hacemos un esfuerzo por acompañar a los gobiernos en el desarrollo de sus programas sociales. Sin embargo, nos estamos quedando sin herramientas para saber si los compromisos se desarrollan según lo planteado o no. La falta de información preocupa, no solo porque nubla el rumbo para tomar decisiones, sino porque nos deja una gran incertidumbre.
Pero preferimos una mirada con esperanza en favor de la niñez que representamos. Nos tenemos que aferrar a las señales del nuevo gobierno como el informe de empalme sobre las acciones para los primeros 100 días donde está la implementación de intervenciones de choque en problemas de salud pública como la mortalidad materna, la mortalidad infantil y la mortalidad por desnutrición. También nos da esperanza la importancia que dio a la nutrición el presidente Gustavo Petro en el discurso de posesión.
La inversión en la niñez y en su nutrición es una inversión en el progreso. Como afirma la Doctora Meera Shekar, Líder Mundial de Nutrición del Banco Mundial “Más dinero para la nutrición es más nutrición para la economía” (2022).
Estaremos prestos a apoyar para que este camino sea por fin una realidad y no solo un compromiso en el papel.
Por Gonzalo Restrepo