¿Cómo crecemos?

    Las proteínas son de varias formas y tienen diversos componentes. Las hay fibrosas, alargadas, moleculares, esféricas, compactas. Los seres humanos pueden producir unas 250.000 de ellas. Pero muchas otras que se necesitan se encuentran solamente en los alimentos.

    El bioquímico y nutricionista estadounidense William Cumming Rose fue uno de los primeros en hablar sobre los aminoácidos esenciales presentes en la proteínas que no producimos y los identificó como infaltables. Desde 1940 más o menos, la ciencia ha explicado que estos aminoácidos esenciales están presentes –todos juntos-, en proteínas de origen animal como las carnes magras, los huevos, el pescado, la leche y sus derivados.

     

    También se llaman proteínas completas o de alta calidad. Su presencia en las legumbres no es en igual proporción, ni son tan fáciles de absorber por el organismo.

     

    Estudios más recientes, –siglo XX-, pueden demostrar que en efecto las proteínas son las que mejor cumplen esa función de impulsar una y otra vez la llegada al torrente sanguíneo de lo necesario para lograr que los huesos largos crezcan con el paso del tiempo y, sobre todo, la manera como este fenómeno se puede evidenciar en la salud y en el estado nutricional de los niños.

    Desafíos como este, son los que asume en su trabajo investigativo el economista chileno Esteban Puentes, invitado por la Fundación Éxito para compartir en Colombia su conocimiento sobre los factores que afectan el crecimiento sano de la primera infancia. Nos sentimos identificados en muchas de sus inquietudes sobre cómo evitar la desnutrición infantil, especialmente para responder una de las preguntas que siempre tenemos sobre la mesa: ¿Cuáles son aquellos alimentos que debemos garantizar en el principio de la vida para favorecer el desarrollo en niños y niñas que sufren tantas falencias?

     

    La búsqueda del profesor Puentes ha tenido éxito. Con base en el análisis de estudios realizados principalmente en Guatemala (1969-1977) y en Filipinas (1980-1984), en niños entre los 6 y los 24 meses, el investigador chileno pudo establecer que el consumo de las proteínas, en comparación con aquellos productos que no contienen proteínas, como las calorías y los carbohidratos, sí inciden en el peso y en la estatura en este período del crecimiento. Estos factores son los que indican si un niño está bien nutrido, y, por lo tanto, si su desarrollo físico, cognitivo y emocional avanza como debe ser.

     

    Desde su perspectiva, los resultados pueden orientar políticas públicas que busquen mejorar el estado nutricional de la niñez: “Si el dinero transferido no es usado para incrementar el consumo de proteína, sino que es usado para consumir calorías, por ejemplo, los efectos sociales de estas intervenciones no serán significativos”. (1)

    Muy oportuna reflexión para Colombia, que tiene la tarea de combatir la inseguridad alimentaria, pero sin desconocer los alimentos adecuados para el crecimiento óptimo.

    Y al hablar de desconocimiento, Esteban Puentes nos deja un mensaje adicional, esta vez, para quienes toman las decisiones en el hogar. Sucede a menudo que por creencias arraigadas sobre la baja estatura de sus hijos, muchos padres de familia no se alarman si los ven tan bajitos como el promedio, y no consultan al respecto porque para ellos es una “altura normal”.

     

    El profesor Puentes señala que es importante conocer las verdaderas “alturas normales” para cada rango de edad, porque así los padres de familia entenderán que estar por debajo de la talla no es herencia sino una condición anormal que puede ser mejorada con una alimentación basada en proteínas.

     

    Gonzalo Restrepo L.

    Presidente Junta Directiva Fundación Exito

     

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