“Cada vez que muestro esta imagen me pongo triste” nos dijo el economista John Hoddinott en la conferencia reciente para Colombia con motivo del 18° Premio por la Nutrición Infantil organizado por la Fundación Éxito.
Se refería a la representación gráfica del cerebro de dos niños pequeños con una diferencia conocida entre los dos: la alimentación. En esta forma de mostrar lo que ocurre con las células neuronales en el inicio de la vida se incluyen dos cuadrantes. Uno corresponde al niño nutrido y contiene copiosas dendritas que se ramifican y se tocan unas con otras. El cuadrante del niño desnutrido tiene pocas de esas dendritas, se ven débiles y no entran en contacto. (1).
De ahí la gran inquietud del doctor Hoddinott. La evidencia científica nos ha permitido ver lo que desconocíamos y que han referido, ampliado y analizado desde hace varios años economistas como él, y expertos de varias disciplinas -ciencias de la salud, ciencias sociales-: la desnutrición puede ocasionar rezago en el desarrollo, difícil de reparar, pero altamente probable de evitar.
El doctor Hoddinott se refiere con claridad y profundo conocimiento a las salidas posibles de esa suerte de abismo que es la desnutrición crónica. Señala los primeros mil días de vida y subraya los tres momentos clave para intervenir: en el embarazo, en los primeros 6 meses y antes de los 24 meses. “la desnutrición crónica no cambia mucho después de los 2 años”, afirma.
En el lapso de los mil días, como en ninguna otra etapa, todo puede ser posible; nadie queda excluido para aplicar a cualquier oficio o profesión impulsada por la capacidad de discernir, analizar, escoger, valorar, decidir, respetar, perseverar…El astrofísico español e investigador sobre neurociencias Jesús Guillen sostiene que no nacemos con el cerebro en blanco, al referir los estudios de los neurocientíficos sobre las capacidades intuitivas que se pueden perfeccionar o desparecer con el tiempo según los estímulos recibidos.
El también economista Angus Deaton en su obra El gran escape: salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad define la libertad como aquello que le permite a una persona acceder a lo necesario que haga valioso vivir. Su llamado a pensar en los que “no pueden escapar” de algo opresor, bien cabe en esta reflexión sobre la impotencia de un ser humano condenado a no crecer sano.
¿Cuándo o cómo llega ese momento en el que los sueños se empiezan a desdibujar?
¿Cuándo o cómo llega ese momento en el que los sueños se empiezan a desdibujar? Tenemos que mirar una y otra vez la triste imagen comparativa, uno de los hallazgos más reveladores para hablar del tiempo, de las oportunidades y de la equidad como base del progreso.
Resulta increíble constatar que estímulos como el cuidado con amor y la ingesta de nutrientes esenciales contenidos en la leche materna, las frutas, las verduras o las proteínas, es lo que estimula a las dendritas para que se multipliquen, se fortalezcan y se conecten.
En un abrir y cerrar de ojos ocurre o se frustra la más admirable cantera de las capacidades que nos diferencian de las demás especies, tales como el lenguaje, la memoria o la autorregulación.
Quizá la niñez –si pudiera- nos diría con palabras de José Saramago: “…estoy ciega de vuestra ceguera, tal vez pudiésemos empezar a ver mejor si fuésemos más los que ven…”.
Gonzalo Restrepo L.
Presidente Junta Directiva Fundación Exito