“Usted es su cerebro…” dice el neurocientífico norteamericano David Eagleman. Las casi 90.000 millones de neuronas y los cerca de 500 trillones de conexiones que un ser humano con su cerebro activo puede lograr, son el motor de las grandes hazañas posibles de nuestra especie. Conocer que son innumerables los cambios que se maquinan en el cerebro ratifica que uno de los descubrimientos más fascinantes de la ciencia en estos tiempos modernos es el de la plasticidad cerebral.
Este proceso se explica por la identificación de las llamadas células madre neuronales de cuya división surgen neuronas nuevas y completas que avanzan por todas partes para conectarse y crear increíbles transformaciones. Eagleman se refiere a este fenómeno como el “recableado” cerebral al que debemos procesos maravillosos como el de memorizar o aprender.
Expertos de diferentes ramas han dado cuenta de estudios que evidencian las posibilidades no solo de cambiar y moldear el cerebro gracias a las experiencias a lo largo de la vida, sino también de la recuperación ante lesiones severas por accidentes o enfermedades neurológicas.
La ciencia también nos ha mostrado que las funciones del denominado centro de nuestras operaciones se cumplen desde los dos hemisferios: el derecho que es holístico, no verbal, emocional; y el izquierdo que es lógico, verbal, lineal. Los estudiosos del desarrollo cognitivo explican que el equilibrio y la armonía de la capacidad se logra con la integración de los dos hemisferios, donde uno no opaque al otro sino que trabajen sincronizados en equipo para responder en la justa medida, o en palabras coloquiales, con razón y emoción.
En esta copiosa búsqueda para entender el cerebro humano y sus innumerables misterios, existen otros abordajes como los de Howard Gardner profesor de la Universidad de Harvard célebre por su teoría de las inteligencias múltiples, que plantea la existencia de hasta 8 tipos de destrezas, referidas justamente al dominio de las funciones cerebrales pero de forma independiente y superior a las demás.
Desde esta perspectiva el propósito es entender los talentos innatos, las capacidades que parecen heredadas, el potencial o las vocaciones que pueden ser el resultado de la acción de los genes unida a las condiciones ambientales, familiares y sociales.
Como decía Gabriel García Márquez “si a un niño se le pone frente a una serie de juguetes diversos, terminará por quedarse con uno que le guste más”.
El nobel colombiano se refirió al “juguete favorito” para explicar que los humanos desde niños llegamos con una base de nuestras preferencias independientemente si todos podamos descubrirlas o desarrollarlas. En su caso, dijo, que su predisposición natural para ser escritor, “…se dio a partir de dos condiciones sin alternativa: una aptitud bien definida y una vocación arrasadora”.
Lo cierto es que sí existe la posibilidad de que cualquier ser humano ejerza una actividad susceptible de ser sobresaliente, enriquecedora y transformadora. Unos se destacarán o superarán con mayor nivel sus propios récords en razón de la dedicación, el esfuerzo, el sacrificio, la disciplina, la pasión y el amor.
Pero el único obstáculo insalvable es no tener la plataforma básica en el momento en que ocurre el 85 % del desarrollo cerebral, es decir, desde la gestación y hasta los dos primeros años de vida. La falta de nutrición, cuidado y afecto como estímulos esenciales deja a la niñez sin pista para despegar.
Este video lo explica en pocos minutos.