La niñez y el sector privado

    Hoy, que aplaudimos la aprobación en el Congreso de la Ley para el Desarrollo de la Primera Infancia y que exigimos que cuente con los recursos que necesita para atender a los niños del país, debemos poner en la mesa el compromiso de los sectores público y privado de trabajar unidos por el bienestar de quienes son el presente y futuro de la nación.

     

    La semana pasada se realizó en Medellín el Foro Económico Mundial. Su programación incluyó la Cumbre Empresarial por el Desarrollo de la Primera Infancia, con la presencia de los principales líderes empresariales de Colombia y América Latina. La agenda se enmarcó en los retos de los países de la región en desnutrición y maltrato infantil, acceso y calidad de la educación inicial, entre otros aspectos.

    Lo más importante de esta cita fue el llamado que se les hizo a los empresarios para que invirtieran en los primeros años de la niñez como la estrategia más costo-efectiva para el desarrollo humano y la competitividad. Y es que es necesario el compromiso de todos los sectores sociales para lograr un verdadero cambio en la realidad que viven los menores de cinco años.

    Vale la pena retomar el postulado del premio Nobel de Economía James Heckman, quien asegura que la inversión que se haga en esta etapa de la vida, especialmente en la población vulnerable, representa un altísimo rendimiento para la sociedad, pues asegura un mejor desarrollo personal y una mayor productividad social.

    Con esto en mente, son muchas las acciones que pueden ejecutar los empresarios en su entorno y que repercuten directamente en el bienestar de los niños. Pueden contribuir con recursos humanos, logísticos, financieros, técnicos o en especie a programas, proyectos y organizaciones que trabajan por la primera infancia; promover mecanismos de medición de impacto de los mismos; utilizar espacios de comunicación en sus organizaciones en medios externos para informar sobre la importancia de invertir en esta población, y sumarse a los eventos de incidencia en política pública con alcaldes, gobernadores, congresistas y el gobierno nacional, en aras de sumar más aliados.
    También está en sus manos generar espacios para sensibilizar a los empleados, sus familias y clientes sobre buena nutrición, pautas de crianza, parentalidad responsable, promoción de hábitos de vida saludables y garantía de prácticas laborales favorables, en particular en licencias de maternidad y paternidad, así como en tiempos y espacios de lactancia.

     

    Los niños y su bienestar deben ser prioritarios. Más de 5 millones de menores de 0 a 5 años –proyección del Dane para el 2016– necesitan este compromiso de los empresarios y la sociedad. Las inversiones que se hagan en salud, educación, bienestar y calidad de vida son esenciales.

    No es responsabilidad del sector empresarial garantizarles los derechos a los niños ni que se deba reemplazar esta obligación del Estado, pero por el reto que implica atender a más de 3,2 millones de niños en situación de vulnerabilidad, sumar esfuerzos puede ser mucho más contundente. Desde cualquier óptica solo se ven ganancias. Ojalá se oiga el llamado a invertir en el desarrollo de la primera infancia.

    Gonzalo Restrepo
    Presidente de la junta directiva, Fundación Éxito

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