“Las habilidades son el boleto para tener vidas exitosas”, dijo el estadounidense James Heckman, Nobel de Economía (2000) en la reciente Cumbre de Aliados por la Primera Infancia promovida por la sociedad civil abanderada de esta población.
Las habilidades, como lo afirmó el laureado economista, se desarrollan desde el vientre materno, con amor y cuidado. El profesor Heckman, reconocido por el análisis de la microinformación para uso práctico en las ciencias sociales, ha liderado en el mundo el estudio sobre la inversión en el desarrollo infantil como una de las más costo-efectivas para los Estados. Por eso sus afirmaciones, que gozan de soporte científico, son pautas certeras para la acción.
Su llamado pone un reflector no solo en el potencial humano, sino sobre todo en el papel de la familia de hacer lo debido para que este tesoro que es el potencial propio de cada uno(a) de nosotros sea descubierto y aprovechado de forma natural. Heckman hizo especial énfasis en la trascendencia de las habilidades blandas, conocidas como las emocionales o sociales, que son las que permiten al ser humano labrarse su propio camino. Afirmó también que “las habilidades traen otras habilidades”, al referirse al modo en que ocurre el desarrollo integral, en el que aprendizaje se puede multiplicar de forma exponencial, siempre y cuando el proceso tenga cimientos.
La salud mental, la capacidad de adaptarse al entorno, la facilidad de ponerse en el lugar del otro (empatía), son las habilidades que, de ser cultivadas a tiempo, se convierten en bases protectoras y precursoras, no solo de la capacidad intelectual, sino del bienestar personal. Como el mismo Heckman anota, estos no son hallazgos recientes, lo hemos sabido de tiempo atrás.
De hecho, el nobel se refirió a la evaluación del programa Hogares Comunitarios FAMI (Familia, Mujer e Infancia) de 2017 del ICBF, coliderado por la Fundación Éxito, el Grand Challenges de Canadá, University College de Londres (con el académico Orazio Attanasio) y la Universidad de los Andes, que buscaba conocer el impacto de una intervención cualificada en niños y niñas menores de dos años y de alta vulnerabilidad.
Esta evaluación concluyó que los niños y las niñas que asistieron a los hogares FAMI, que recibieron acompañamiento, alimentos nutritivos, herramientas educativas y socioemocionales, tuvieron en promedio un desempeño significativamente mejor, equivalente a una reducción de 16 % de la brecha existente entre los niños y niñas en áreas rurales, con respecto a los urbanos. Así mismo, mostró reducción de 5,8 puntos porcentuales en el riesgo de desnutrición crónica con respecto a los niños y niñas del grupo de control.
Los estímulos esenciales y oportunos mandan la parada. Enseñar a las familias a promover esos estímulos, a orientar sus sentimientos y a descubrir cómo impactan a sus hijos, es clave. Está demostrado. La inquietud permanente de los actores que trabajan por la primera infancia en Colombia se ha centrado en la importancia de la atención integral temprana para potenciar el desarrollo a lo largo de la vida.
¡Pero la condición es que se haga a tiempo!
La Cumbre de Aliados por la Primera Infancia dejó, entre tantos aprendizajes, una declaración sentida que decanta las reflexiones de expertos como Heckman, cuyos aportes reaniman la lucha por defender los derechos fundamentales de la primera infancia. Esta declaración es además una contribución al Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026.
La importancia del querer y el hacer seguirá siendo el impulso o el obstáculo del progreso individual y colectivo. Sin amor y sin obras nada es posible para nadie. Y menos para nuestros niños y niñas, que son el futuro de Colombia.
