Lo que sabemos gracias a los hallazgos de la ciencia, a los referentes externos y a la experiencia propia, tiene que servirnos en lo que respecta a la protección de la población, en especial de la primera infancia. Aferrarnos al conocimiento que ya existe, es tan vital como la carrera que adelanta la humanidad para descubrir cómo contrarrestar y aplacar el coronavirus. Mientras tanto y con mayor convicción, debemos aplicar soluciones conocidas para males prevenibles, como las secuelas de la falta de nutrición, afecto o cuidado de los niños y niñas menores de 5 años.
El confinamiento actual nos ha mostrado lo exigente y demandante que es crear conciencia sobre el autocuidado en los adultos, que tienen capacidad para discernir, comprender y tomar decisiones. En condiciones normales de salud, una persona mayor de edad tiene facultades para usar y comprender hasta 50.000 palabras. Los niños menores de 5 años logran 2.000.
Con los estímulos básicos, su desarrollo les irá permitiendo adquirir capacidades para pasar de la identificación de sus necesidades a la búsqueda de soluciones que las satisfagan, y hasta que esto ocurra, somos los adultos los que tenemos la responsabilidad de acogerlos, orientarlos, amarlos, velar por su cuidado: protegerlos integralmente. Más aún en tiempos de emergencia de salud pública.
No los podemos dejar a la deriva, al peor estilo de Hansel y Gretel, los personajes del relato rescatado por los hermanos Grimm que recrean entre varias falencias humanas, la equivocada elección de darles la espalda a los niños ante el hambre o las penurias propias de una crisis. Una ficción que no dista tanto de la realidad.
Hoy estamos ante un mayor riesgo de desnutrición de miles de niños y niñas menores de 5 años y por ello solo actuar solidariamente nos permitirá aminorar las amenazas ante su indefensión natural, para garantizar su derecho a un desarrollo y crecimiento sanos, y para cultivar una sociedad capaz de afrontar con mayor entereza los desafíos venideros.
La alimentación adecuada de quienes inician la vida, en calidad y cantidad, es una prioridad inaplazable. Su sentido de urgencia no es novedad, pero sí el hecho de que es una población vulnerable, que además de necesitar protección para sobrevivir en el presente, tiene en vilo su salud y bienestar futuros.
Por eso ha sido maratónica la entrega de los más de 74.000 paquetes de alimentos nutritivos que la Fundación Éxito, en articulación con varios aliados públicos y privados, ha hecho efectiva en miles de hogares de madres gestantes y niños y niñas menores de 5 años en más de 29 departamentos de 116 municipios colombianos.
Alimentos como huevos, leche, granos y cereal, están recibiendo los niños y sus familias para una duración de un mes; sus contenidos nutricionales son llamados biodisponibles, que se refiere a la facilidad de absorción que tiene el organismo para aprovechar lo que llevan: minerales como el hierro y el zinc, vitaminas como la A y del complejo B, fibra y ácido fólico, principalmente.
Por eso son paquetes proteicos, y tienen la particularidad de proteger a quienes está en pleno proceso de activar las capacidades cognitivas y emocionales, y de crear las llamadas barreras de contención que salen en defensa ante la presencia de agentes infecciosos.
La lista de niños y niñas que necesitan esta atención es larga, pero también lo es la de colombianos solidarios que de forma individual o en nombre de empresas, se han unido con sus aportes voluntarios. En estos miles de paquetes están representadas por ejemplo las Goticas que se donan en los almacenes del Grupo Éxito y las donaciones online que se hacen fácil desde las casas, en www.fundacionexito.org
Sabemos cómo proteger la niñez en riesgo. Gracias a quienes se han sumado y bienvenidos los nuevos aliados.
Gonzalo Restrepo, Presidente Junta Directiva Fundación Éxito
