El capítulo de infancia de la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes (Elca), financiada por la Fundación Éxito, funciona como el orientador confiable que todo aquel que tiene poder en la toma de decisiones de política pública debería conocer y aplicar, si el deseo, claro está, es el de reducir la desigualdad para realmente saber qué es el progreso en nuestra sociedad.
Nosotros, como encargados de liderar la causa nacional Gen Cero, la cual busca lograr la primera generación con cero desnutrición crónica para el 2030, estamos en línea con las evidencias de la Elca, único estudio en Colombia que hace seguimiento a los mismos niños a través del tiempo. Ratificamos que se puede recuperar la baja talla para la edad que es el indicador de la desnutrición crónica en menores de 5 años, siempre y cuando exista intervención oportuna para mejorar las condiciones nutricionales y fomentar el desarrollo cognitivo, pero durante los 1.000 días de vida. No hay después. El rezago que esta condición genera en su desarrollo se puede reducir con una intervención oportuna e integral: tiene que ser inmediata e implica considerar el niño en todas sus dimensiones: las relaciones afectivas, la interacción con sus padres o quienes lo cuidan, las actividades de estimulación temprana y por supuesto la adecuada nutrición. Funciona si se hace así. Señala el estudio que el 36 por ciento de los niños que inician sus vidas con algún riesgo nutricional lograron superar su rezago.
Sin embargo, resulta más que agrio constatar desde esta perspectiva objetiva con fundamento científico, que en Colombia seguimos sin poder bajar a tantos niños que viven en la pobreza, de la ruta que no tiene retorno. La Elca señala que el 64 por ciento de los niños que en el 2010 se encontraban en una situación de riesgo o de rezago, siguen en esa misma situación en el 2016.
Lo que empieza mal termina mal, porque en estas condiciones, el hecho de pasar el umbral de los dos años sin los alimentos indicados y suficientes, es la condena para un resto de vida con todos los sin: sin amor propio, sin conocimiento, sin interés social, sin esperanza, sin progreso.
La lista puede continuar.
Nos alerta el estudio sobre las brechas marcadas en el desarrollo cognitivo y el estado nutricional, entre los niños del campo y de la ciudad y en función del nivel de riqueza del hogar. Estas brechas se presentan en la primera infancia y permanecen en el tiempo. ¿Cuál es el camino? El más corto, porque implica mayor retorno e impacto, es la inversión en la primera infancia, etapa o momento cuando sí es posible cerrar las brechas, dando un giro certero para evitar la ruta del abismo y los obstáculos, para tomar la vía por la cual los niños logren desarrollar todo su potencial. La Elca nos brinda un sentido de ubicación privilegiado para no perder más tiempo.
Gonzalo Restrepo López
Presidente de la Junta Directiva, Fundación Éxito